viernes, 1 de febrero de 2008

4. Cosas que se imaginan

Azucar salado, miel diluida en alcohol, humo de una astilla de madera tropical, agua hirviendo que fue nieve, soledad (una madera y dos clavos); Sobres de té colgando del cabecero de una cama donde nunca duerme nadie, una abeja que entra por la ventana acompañando a una luz solar amarilla, paredes de piedra, música de clarinete a la segunda rayita de volumen, sombra de lágrima; Viejo buque de guerra repintado de verde pistacho y oxidado, amarrado en el puerto, (una atracción para niños) el orgullo de la armada pisoteado por mil botitas desatadas; Nosotros, unas hojas que no importan pero que nunca se repiten, agua y sal.

3. Las moscas (la prisión ilusoria)

Dudas, pero... finalmente coges el bote metálico que no sueles abrir a esas horas y llenas con dos cucharaditas la mitad del depósito microperforado, lo sumerges en el agua caliente y cuando ves salir el concentrado vuelves a dudar, pero terminas por beberte el té como no lo haces nunca, por la noche, y es entonces cuando me acuerdo de ti, y no sé con certeza si el recuerdo llegó provocado por el té o si el té vino del recuerdo. Es agradable. 
Estoy en mi cuarto escuchando fados portugueses... Me gusta esta sensación que me provocas no hay ni una micra de sentimiento de hostilidad hacia ti y esto sólo sucede cuando idealizamos, sé que probablemente serás muy diferente a como te veo, pero por favor déjame disfrutarte ahora, déjame hablar maravillas.
 Estoy escribiendo bastante, estoy productivo. Cuando escribo mucho se nota, lo has de notar, en la forma de hablar, es de pijo pretencioso, es vulgar. ¿Lo notas? Pero por algo se empieza. Aún soy joven ¿no?
Sabes... Me duele la garganta de gritarle a mi madre, suena fatal pero es la verdad, me he enfadado con ella y he estado como media hora gritando, igual hasta tenía yo razón, ahora siento que no la tenía, pero esto sólo te lo diré a ti. 

Hay una mosca en el cuarto, se acerca a mi oreja y me hace cosquillas, después desaparece no por más de diez minutos y vuelve siempre a la misma oreja y como tengo una silla giratoria me doy la vuelta, y la pongo a prueba, pero no logro engañarla. He topado con una mosca inteligente, yo no sabría diferenciar mis orejas, la una de la otra, ni siquiera viendolas todos los días. Tengo unas orejas muy aburridas. 
Es común  que haya moscas atrapadas en los cristales de las ventanas de las casas y que pasen ahí todo el día en una huída agonizante e inútil hacia la luz exterior. Cuando llega la noche una mosca revolotea zumbante alrededor de nuestro cuarto y probablemente nos preguntamos de dónde ha salido y no sabemos que ha estado todo el día en la ventana, intentando desplazar el cristal con los ojos o buscando inutilmente un orificio por el cual escabullirse. Y ahí ha estado esforzándose, hasta que ha llegado la noche, en el exterior ha oscurecido y nosotros hemos encendido la luz del cuarto. Y entonces...; entonces hay más luz en nuestro cuarto que en el exterior y el camino hacia la misma ha cambiado de sentido y la mosca se libera de su prisión ilusoria, pero después... nosotros no tardamos en matarla porque pensamos que así dormiremos mejor, y lo hacemos, dormimos mejor.